Antes de ayer,
vi la sonrisa del niño
que disfrutaba de la sencillez de la vida;
inolvidable mirada
que irradiaba plenitud
desde el origen de sí misma.
Ayer,
contemplé la ilusión del joven
que se hinchaba de proyectos;
mirada distraída
que se perdía en la invención
de futuros pretendidos.
Hoy,
observé la inquietud del hombre
que se preocupa por la vida;
mirada intranquila
que se anticipa
a problemas por llegar.
Mañana,
contemplaré la serenidad del anciano
que comprende qué es la vida;
mirada sapiente
que en el silencio de su saber
se deja alcanzar por el vivir.
Y pasado mañana...
hasta allí, no sé si alcanzaré,
pues sólo sé,
que vivir es un camino
que nos hace regresar atrás.