El pasado jueves llegué a casa sobre las 16:00 H. Tenía tiempo
suficiente para comer y prepararme para asistir a uno de esos actos que
albergan un contenido esencial , difícil de olvidar. Cariñosa y muy
generosamente, mi mujer y mi hija me cedieron la tarde para poder estar en esa hermosa celebración.
Se trataba de un acto homenaje al profesor D. Jesús
Arellano, fundador de la Facultad de Filosofía de Sevilla y creador de la
teoría filosófica del orden trascendental.
El acto quedaba justificado por la presentación del
libro colectivo Semilla de Verdad. Vida y obra de Jesús Arellano, libro homenaje
donde hablan algunas de las personas
que lo conocieron o tuvimos la suerte de mantener algún mínimo contacto con él
a lo largo de su extensa trayectoria vital.
Raudo y veloz, quizá más de lo que debiera, bajé en
coche desde el Aljarafe sevillano hasta alcanzar el Prado de San Sebastián. No
quería perderme nada. La tarde era muy agradable, a la vez que agradecida, como
la presencia de ese octogenario pensador que conocí en algunos de sus últimos
seminarios de Metafísica.
La cita era en el Paraninfo de la Antigua Fábrica de
Tabacos, donde nada más llegar tropecé con mi sabio amigo, a pesar de la
diferencia de edad, José María Prieto, uno de esos extinguidos profesores
universitarios, que al estilo de D. Jesús ofrecen su persona sin ningún tipo de
negociación.
-
“¡Hombre!, José María, ¿qué pasa, cómo estás?”
- “Bien,
bien… ¿y tú? ¡Has venido! Oye, a ver si vienes a casa y hablamos de nuestras
cosas...”
- “Sí,
sí, tengo muchas ganas de discutir contigo el índice que te he mandado del
libro que estoy escribiendo sobre el silencio. Por cierto, me he traído una
cámara para hacer algunas fotos.”
-
“Eso,
eso, pero házmelas sólo a mi…jeje”
(En mi cabeza: “Este hombre siempre tan güason...”)
Y en medio de la conversación… otra grata sorpresa…
llega José Villalobos, mi Maestro...
-
“Don
José, ¿cómo está?”
- “Me
alegro de verte. Ahora hablaré contigo. Recibí tu e-mail hace tiempo, aunque
todavía no te he contestado… Leí lo de López Quintás, me parece que está muy
bien…”
Mientras tanto por la retaguardia… Jaime Rodríguez
Sacristán, maestro de vida, con Asunción, su mujer. Nunca podré agradecerle suficientemente su atención hacia mí cuando yo era un jovencísimo y recién
licenciado. Al estilo de D. Jesús, D. Jaime me saluda con un “cachete” en la
cara.
- “Muy bien, ¿y usted? no quería perderme el acto.”
-
“Dales
un abrazo muy fuerte de mi parte… que no se te olvide.”
-
“Se
lo daré después cuando las vea… últimamente estoy metido en demasiadas cosas.”
-
“…y
lo peor es que lo sé…”
Mientras tanto, no deja de llegar gente: Juan Arana,
coordinador junto a José María Prieto del libro homenaje, el profesor Ramón Queraltó, el
periodista Paco Correal, etc... Creo que yo era con bastante diferencia el más
joven de la Sala.
David Puentes Madrigal hace entrega de la palabra a Juan
Arana, quien de un modo directo y sencillo recuerda la significativa presencia
que Arellano tuvo en todos aquéllos que tuvieron la oportunidad de conocerlo en
tan distintas circunstancias. Seguidamente, Andrés Ollero relata algunas
anécdotas personales de su relación con D. Jesús, como aquélla que
muestra al anciano profesor paseando por el pasillo de su casa mientras anotaba
ideas en un bloc. Jaime Rodríguez Sacristán destaca su humanidad y la profunda
relación que ambos mantuvieron durante más de cincuenta años. José Villalobos, incide especialmente en la trascendencia de la
creación filosófica escrita que Arellano desarrolló a lo largo de su vida. "Su teoría completa del orden trascendental está escrita en once volúmenes
inéditos. ¡Publíquese!” exclama Don José. Finalmente, José María Prieto echa
el telón con un gran esbozo personal y filosófico del que fuera uno de los
mayores filósofos españoles del siglo XX.
Aplausos, sonrisas, saludos de despedida y a casa,
donde todo lo acontecido empieza a palpitar en mi interior.
De camino a casa, dos pensamientos se repiten
constantemente en mi cabeza:
1.
“¡Qué
fenómeno tuvo que ser este hombre! Una pena no haberlo podido conocer en sus
años de joven madurez.”
2.
“¡Qué
suerte han tenido todos estos profesores universitarios que han podido vivir en, y de
aquella antigua y al parecer prodigiosa universidad hispalense de aquellos años!”
http://www.diariodesevilla.es/article/sevilla/1456038/hombre/mas/libre/su/generacion.html