En una foto podéis ver el Museo Heidegger en Messkirch; en la otra foto aparece el lugar donde Heidegger está enterrado.
Finalmente, el silencio me envolvió en su final mortal, quedando agradecido por la sonoridad inmortal de su pensamiento, el cual nos enseñó a contemplar el mundo y la vida de otra manera...
2 comentarios:
Los museos se parecen a los cementerios, por suerte las ideas siguen vivas. Felicidades.
Claudia, sugerente comparación. Un saludo!
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