Me gusta volver a ti cuando todos han pasado, cuando no hay nadie, cuando incluso tu presencia se ha convertido en un lejano recuerdo. En ese silencio puedo acercarme libremente a tu escritura y dejarme envolver por tus susurros más delicados. Desde esa intimidad, cuando nadie me ve, cuando nadie nos ve, me es mucho más fácil despojarme de los prejuicios y contemplar el desnudo integral al que someten tus intenciones.
En esa contemplación es posible percatarse de la forma en que te desnudas a cada verso, de la forma en que muestras partes íntimas y desconocidas de tu esencia. Ahí es posible alcanzar una contemplación profunda de la belleza más admirable, en una forma de vida completamente distinta. Ahí... el alma se prepara para recibir la caricia más delicada...
Muñoz Martínez, R. "Elogio de la contemplación. Trazos de una mesura imposible" Sevilla. Ediciones Anaquel. 2012. 2ª Ed., p. 167.
6 comentarios:
Rubén, gracias por rescatar a la poesía con tus bellas palabras.
Mucho tiempo que no te leía!
Cariños :)
María Fernanda, gracias por rescatar mis palabras con tu lectura.
Saludos,
Rubén.
sin palabras....
Anorama, gracias por pasar.
Me gusta que un verso renueve mis lagrimas, que cambie mi mirada que mire al cielo y darme cuenta cuan tan infinitos somos al leer un poema.
Pelucas, ciertamente la infinitud de un verso nos asoma a lo infinito.
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