martes, 31 de marzo de 2009

¿Por qué pensar? I

"No sé por qué me dedico a esto. (...) Sin duda es una extraña manera de pasarse la vida: encerrado en una habitación con la pluma en la mano, hora tras hora, día tras día, año tras año, esforzándose por llenar unas cuartillas de palabras con objeto de dar vida a lo que no existe..."

Con estas palabras inició Paul Auster su discurso tras la recepción del Premio Príncipe de Asturias de las Letras, en 2006. Cuando menos, desde luego que es curioso, pasarse la vida pensando. ¿Qué ganamos, si es que se gana algo, con la reflexión? Para muchos frenar el ritmo frenético que nos impone la sociedad actual, para dedicar algunas horas al ejercicio del pensamiento, no es más que una pérdida de tiempo. Más vale dejarnos arrollar por los acontecimientos, que detenernos a pensarlos. ¿Qué utilidad nos puede proporcionar dedicarnos a indagar el sentido de nuestra existencia? La utilidad está en lo fáctico, es decir, en lo que se puede tocar y ver: en el dinero, en la comida, en el sexo, etc., lo demás parece no existir.
Mucho me temo que desde hace ya algún tiempo hemos descarrilado el significado "utilidad" del significante "utilidad", y ya no sabemos ni dónde nos encontramos. Y si no... pensemos en un supuesto: ¿quién es más útil: el poeta o el fontanero? Lamentablemente me conozco la respuesta, y con esto -que no se me entienda mal- no estoy menospreciando a nadie, pero a cada cual su lugar. No tildemos irreflexivamente al poeta de inútil, y pasemos a consumirnos en la hoguera de los absurdos.
Ante esta situación, solemos encontrar dos posturas tradicionalmente enfrentadas: 1) intentar vivir sin apenas pensar ó 2) intentar pensar el sentido de lo que vivimos. Desde siempre me he preguntando por qué muchos consideran el ejercicio del pensamiento como una ausencia de disfrute de la vida, quizás sea debido a que entienden que pensar es "perder el tiempo". Probablemente entienden que Hegel "perdió el tiempo" explicándonos el funcionamiento interno de lo real, que Miguel Ángel "perdió el tiempo" dándole forma pictórica a la creatio y que Bach "perdió el tiempo" descifrando el sentido de la existencia a través de las notas musicales. Todos estos genios no disfrutaron de su tiempo, sino que lo perdieron preguntándose por el sentido del mismo. ¡¿No resulta curioso?! Gozar del pensamiento y recorrer a través de la reflexión los estratos más profundos de lo real, es gozar de "aquello" que otros ni siquera saben que existe, y esa experiencia, cuando menos, bien vale una parte de nuestro tiempo. ¿O no?