viernes, 25 de diciembre de 2009

En el próximo año, no dejéis de intentarlo...

Como ya indiqué en mi entrada enterior, vivimos el momento del año más propicio para pensar en alguna de las grandes cuestiones de nuestra vida. Por ello, hilando con lo dicho, en esta entrada nos detendremos brevemente en la felicidad y en la posibilidad de alcanzarla.
Desde que alcanzamos una mínima conciencia de nosotros mismos y de nuestro entorno, nos pasamos la vida intentando ser felices. La vida se nos muestra como una carrera de obstáculos, en la que a veces no sabemos ni por dónde debemos tirar. Circunstancias que se nos presentan incialmente como adversas, pueden alcanzar posteriormente un sentido global de felicidad, cuando volvemos la mirada atrás. Sin embargo, lo único que sabemos es que nuestra meta es la felicidad. Pero ésta, ¿dónde reside?, ¿cómo podemos conseguirla?, o lo más complicado de todo... ¿en qué consiste?
La vida parece ofrecernos la única posibilidad de entregarnos atisbos de una imposible felicidad absoluta, y sin embargo... seguimos empeñados en su logro.


FELIZ 2010 A TODOS, ya que probablemente, no nos volvamos a ver hasta el año que viene. Sed felices... o por lo menos, intentarlo desde la mayor sinceridad y autenticidad posbile.

domingo, 20 de diciembre de 2009

Llega la Navidad y se acaba el año

Queridos amig@s:
Llega el final de Diciembre y se inicia el ocaso del año...
Es hora de detener el transcurrir habitual de las cosas, mirar hacia atrás y pensar sobre la que ya ha sido. Ahora nos queda meditar lo bueno y malo que nos ha pasado y aprender de la experiencia vivida. El tiempo pasa, la experiencia se acumula y la vida continua. Ya veremos qué nos depara el futuro y qué hacemos nosotros con él.
Buen momento éste para volver a proponernos ser mejores de lo que hasta ahora hemos sido e intentar no fallar en el intento. Sigamos nuestro camino e intentemos alcanzar la mirada inocente del niño, esa mirada pura y libre de prejuicios que fue capaz de ver al Emperador desnudo... seguro que así todo nos irá mejor.
Besos, abrazos y ¡Feliz Navidad a todos!


lunes, 30 de noviembre de 2009

El silencio


















Muñoz Martínez, R. Tratamiento ontológico del silencio en Heidegger. Fénix. Sevilla. 2006. (89 págs.)

El silencio es un tema apasionante e inabarcable. Es curioso que se pueda hablar tanto, de algo que precisamente se caracteriza por su imposibilidad de decir. Pero precisamente ésta es su maravillosa cualidad. El silencio no es hablante, pero sin embargo sí es significativo. Situaciones que encierran una gran carga intelectual o emocional se dan en silencio (el acto de escribir, una oración, la escucha atenta, el desarrollo de un pensamiento...).
No debemos tomar el silencio como una mera localización física, en donde lo que sucede es que nada se dice ni nada se oye. Cuando nos referimos al silencio de una manera profunda estamos aludiendo al “silencio trascendental”, a aquel que resuena por detrás del silencio físico, significando aquello que nos sucede. Hemos de saber que estamos hablando de un tema de gran hondura ontológica.
Cuando quedamos desbordados por una enorme carga de sentido, ya sea la contemplación de una obra de arte, la aparición de una intuición genial, la escucha de un pensamiento grandioso, la vivencia de una situación enormemente feliz o infeliz... el silencio nos envuelve apasionadamente.
A la hora de detenernos a estudiar el fenómeno del silencio, hemos de ser conscientes de que tenemos que tratar una cantidad enorme de aspectos implicados en este tema. Así, en un estudio sobre esta cuestión hay que hablar del silencio auténtico e inauténtico, del silencio en la religión, en el arte, en el psicoanálisis, en el pensamiento...
Particularmente, este tema siempre me ha interesado de manera especial y he abordado su estudio de manera concreta en distintos trabajos. En el día de hoy les dejo una referencia de uno de ellos, Tratamiento ontológico del silencio en Heidegger, en donde trato el asunto del silencio en el pensamiento, a partir de la obra de Martin Heidegger.
* * *
Si alguien estuviera interesado en este trabajo, todavía está a tiempo de adquirir algún ejemplar en la Librería Yerma (C/José Recuerda Rubio s/n, 41018 (Sevilla); junto a la Facultad de Filosofía), donde todavía reposan algunos de los últimos ejemplares aún existentes de la primera edición. Si alguno de ustedes no pudiera conseguir el libro de esta manera, también podría ponerse en contacto conmigo y ya estudiaríamos la manera de hacer llegar un ejemplar.
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P.S.: Hasta ahora no he encontrado ningún otro trabajo que trate el tema del silencio en Heidegger de una manera explícita. Si alguien conociera algún trabajo de esta índole, le agradecería que dejara por aquí la referencia del mismo.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

El sugerente encanto de lo poético

Centrémonos ahora en el terreno intangible de lo poético, y desde nuestra reflexión anterior, apliquemos lo meditado al ámbito de la poesía. ¿Dónde reside la esencia de este tipo de lenguaje?
Cuando el poeta escribe sobre un objeto, lo hace mediante el juego de la sugerencia. Mediante su decir, el poeta "trae a presencia" su verdadero objeto de reflexión sin nombrarlo y así, con el suave balanceo de las palabras elegidas nos envuelve en un universo infinito, donde quedamos atrapados por el misterio de lo que no ha sido dicho.
El poeta, al hacer poesía, nos habla de un objeto concreto mediante un tratamiento universal del mismo. El poeta habla del río, exaltando las cualidades universales más definitorias de “aquello” que hace a un río ser río; al hablar del amor sucede lo mismo, el poeta habla del amor sin nombrar directamente a la amada, sino exaltando las cualidades más incisivas del amor como experiencia universal. Se hable de lo que se hable, el poeta siempre nos muestra la esencia de las cosas sin nombrarlas directamente y esa es precisamente su grandeza.
En ese “no decir”, gracias a las posibilidades de la sugerencia, el poeta abre un horizonte significativo donde las cosas se presentan en total libertad. Al ser llamadas sin imposición, sin ser forzadas a decirse de una determinada manera, las cosas se muestran tal cual son de manera natural. De este modo la palabra poética crea un espacio libre, en donde la cosa puede llegar a mostrarse plenamente desnuda.
En la poesía las cosas son dichas sin ser nombradas y en ese decir que se pronuncia a través de una expresión abierta, se hace uso de una pluralidad significativa que nos trae la cosa poetizada de una manera plena.
Con esta manera de decir, el poeta alcanza la mirada de la inocencia, la mirada del niño que accede a las cosas por primera vez, y este hecho se da gracias a la posibilidad de la sugerencia, la cual nos trae las cosas sin nombrarlas, permitiendo así que éstas puedan mostrarse libre y naturalmente, en un ofrecimiento que no las encierra en ningún tipo de corsé creado a posteriori por el hombre. De ahí que los poetas siempre anden buscando las cosas por detrás de los nombres y a través del silencio.

¿Habrá alguna palabra más plena que el silencio de las cosas?

domingo, 16 de agosto de 2009

...el mundo de (mis) libros...

Existe una extraña ley no escrita, pero conocida e inconscientemente ignorada entre los amantes del saber, que afirma que “La cantidad de libros a leer, será proporcional e inversamente superior a los libros leídos, conforme avance el paso del tiempo.” A este respecto, con un aire de tristeza y veracidad irrevocables, el mágico y laberíntico porteño, en una de las conferencias sobre literatura que impartió en Harvard decía:

“Alguna vez, cuando miro los muchos libros que tengo en casa, siento que moriré antes de terminarlos, pero no puedo resistir la tentación de comprar nuevos libros.”

Jorge Luis Borges

Y la verdad… es que ese pensamiento siempre lo he sentido como una experiencia cercana e inevitablemente próxima… que sé que algún día me tendrá que suceder.

* * *

No pasa un solo día sin que contemple durante un instante de plenitud silenciosa, mi preciosa biblioteca... libros de filosofía, poesía, pintura, música, escultura, ensayos, novelas, manuales... me rodean cada día cuando me siento a leer, pensar, escribir, investigar o escuchar. Es una sensación intelectualmente plena, sentirse arropado y observado por Cervantes, Homero, Leibniz o Lorca, mientras uno intenta adentrarse en lo más recóndito del alma humana. Estos peligrosos viajes no pueden realizarse solos, tal y como nos enseñó el excelso poeta italiano en su Divina Comedia. La soledad creadora, tiene que estar poblada de esas voces silenciosas y admirablemente sabias, que deben guiarnos en nuestro recorrido por el abismo.
Pero la cantidad de páginas a leer crece, y la pasión no cesa, lo que provoca irremediablemente la acumulación de libros y más libros sobre la mesa de estudio y las estanterías. Una nueva lectura te remite a otra, y ésta a otra, y esta otra menciona a un nuevo autor desconocido, que te adentra en nuevas corrientes, y así la angustia, impulsada por la vocación, se va apoderando de la pasión, desembocando finalmente en una serie de cálculos matemáticos inexplicables: “¿Cuánto tiempo necesitaré para poder leer todo el material que tengo acumulado?” Probable y tristemente, más de una vida... lo sé.
Y ante esta situación, emerge instintivamente en mi interior, la coherencia absurda que me hace pensar en la amplitud inabarcable del saber, según la cual y apoyándome en mis compañeros de viaje, pienso inútilmente en los esbozos vislumbrados:

“¡Cuánta razón tenía el poeta! ...”

“Retirado en la paz de estos desiertos,
con pocos, pero doctos libros juntos,
vivo en conversación con los difuntos,
y escucho con mis ojos a los muertos.”

Francisco de Quevedo

sábado, 11 de julio de 2009

El talento natural de Carmen Martínez Corbalán












Hoy me propongo hablarles de la creación pictórica de Carmen Martínez Corbalán, nacida en Mar del Plata, y "sevillana" desde sus doce años de edad.
Su talento natural en el ámbito de la creación plástica se ha desarrollado constantemente de una manera natural, y no sólo en el ámbito de la pintura. Dibujos, pinturas, manualidades y bellos trajes, han surgido siempre de una manera espontánea en este espíritu creador.
Los cuadros de esta artista nos muestran imágenes sobre amplios fondos multicolor, en donde la fusión de trazos en distintas tonalidades parece expresar el movimiento interno de las cosas en múltiples sentidos. Todo ello realizado mediante una pincelada que induce al espectador a una percepción sumamente sincera de lo contemplado.
Las imágenes que muestran estas creaciones desarrollan un contexto de color, en donde el espectador puede dejar fluir libremente su imaginación. Estas pinturas nos invitan generosamente a la contemplación libre de “aquello” que sucede dentro de la obra. Al observar los colores esparcidos sobre la tabla, podemos percibir intensamente rasgos concretos de los caracteres generales del alma humana, en una mesura que se nos antoja extraordinaria.

Aso, en el fondo de estos cuadros se "adivina" un tango pictórico, donde los colores se entremezclan apasionadamente...

martes, 16 de junio de 2009

Poesía y sentimiento humano: El evento de la lectura poética

Desde el tierno beso que anhela al amado, a la loca pasión que aprisiona sin límites, desde la verdad del amor, a la amplitud de posibilidades infinitas que proporciona la pasión; desde la cordura del amor sereno, a la pérdida de la razón durante el éxtasis amatorio... un poema es capaz de realizar un recorrido frenético por los núcleos más elementales de la amatoria humana.
Las palabras que nacen del amante hablan desde el polo activo de la relación amorosa entre dos personas, exigiendo una reciprocidad cuando menos justa, ante lo que el amante es capaz de ofrecer.
Así el juego creador que se despliega bellamente en este ámbito, nos enseña intuitivamente los caminos de la estructura sentimental fundamental del ser humano.
La fuerza primordial del poema reside germinalmente en la actividad constante desde la que habla, una actividad que al mismo tiempo se muestra respetuosa y paciente, a la espera de que la pasión expresada le sea devuelta. Se empieza con un sentimiento y se termina con una apelación, y entre medio múltiples caricias, un fuego que no cesa, y la exigencia de la locura... y más al medio aún, entre medio, todo un acto amoroso que se interna apasionadamente en el deseo... deseo de ser correspondido en la locura serena del amor.
Exige tanto la lectura profunda y la recepción auténtica de un poema -desde luego no menos de lo que aporta-, que incluso exige al lector que sienta los indicios del cosquilleo que impulsó al autor a moldear tales versos, y al buen lector, seguro que esta circunstancia no se le escapa.


jueves, 11 de junio de 2009

Los clásicos

Solemos llamar “clásicos” en el ámbito de la cultura, a aquellos autores que han alcanzado la eternidad por sus méritos creadores, aquéllos que lograron el tan preciado secreto de la eternidad, gracias a su saber inmortal. Clásicos son los que han conseguido elaborar su concepción del mundo de tal manera, que por su capacidad de captación y expresión de los secretos de la existencia, siempre serán capaces de sorprender a sus lectores. De entre las muchas y valiosísimas cualidades que hacen que un autor se convierta en clásico, destacaremos las siguientes:

* Los clásicos son capaces de intuir “aquello” que el resto ni siquiera sabemos que existe, y por ello, a su vez, son capaces de comprender “aquello” que el resto de los mortales sólo podemos intuir.

* La capacidad de expresión de un clásico encierra en sus líneas, giros lingüísticos que siempre asoman a los abismos más soterrados de lo real.

* En un clásico siempre encontramos la apertura a un diálogo interminable, colmado de silencios significativos y sabias palabras.

* La obra de un clásico alberga un misterio indescifrable, para todo aquél que se aproxime a su obra, siendo ese misterio el que esconde celosamente la esencia inabarcable de su creación.

* La intuición genial del clásico nos plantea nuevas preguntas, de las que ni tan siquiera nos hubiéramos percatado por nuestros propios medios, y su grandeza reside en la posibilidad de ofrecer al lector de cualquier época, una respuesta a sus problemas existenciales básicos.

El tema es tan sugerente como interesante, y ante la imposibilidad de abarcar en este breve esbozo, todos los “porqués” del asunto, quedo a la espera de vuestras aportaciones, para completar todas las cualidades de los clásicos que a mí se me hayan quedado atrás...

lunes, 20 de abril de 2009

Sobre Carmen Iglesias

Ayer domingo a eso de las 15:00 h mientras conducía hacia casa de mi madre, tuve la enorme suerte de escuchar en una emisoria de Radio Nacional una entrevista a Carmen Iglesias, catedrática de Historia de las Ideas.Es curioso cómo suceden las cosas algunas veces, ya que he de reconocer que tuve la suerte de escuchar la entrevista porque como de costumbre iba tarde.
Haciendo gala de una torpe ignorancia también he de confesar que no conocía a esta mujer, nunca había escuchado nada de ella ni sobre ella, pero rápidamente -apenas en los diez minutos en los que la pude escuchar- me percaté de que se trataba de una de esas personas dedicadas profundamente y desde una vocación sincera, al ámbito de la educación. Por lo visto, Carmen Iglesias estuvo encargada durante un tiempo de parte de la formación de la infanta Cristina y del príncipe Felipe.
Estaba escuchándola por pura casualidad, creo que la escuchaba porque me apaciguaba el tono sereno que transmitía la conversación, cuando de repente empezó a hablar sobre la educación y se me activaron todos los sentidos. Dijo algo así:

C. Iglesias: "La importancia de la educación secundaria es totalmente decisiva, es el periodo más importante en la formación de una persona. En primaria se debe enseñar a leer, escribir y algo de cuentas... y en la universidad el estudiante está ya más definido y se encuentra inmerso en un ámbito de estudio muy cercano y orientado a la investigación, pero el trabajo de los profesores de educación secundaria es algo fundamental. En secundaria es cuando el alumno se forma esencialmente como persona y define su camino en el mundo académico. El trabajo de los profesores de secundaria es maravilloso, y además normalmente es vocacional, y cuando he colaborado con ellos percibo la dedicación hacia este trabajo y lo fundamental que es ese momento."

Es una lástima, pero no pude grabar el programa, ya que iba conduciendo. Tampoco pude tomar notas y esto último no sucedió porque fuera conduciendo, porque de buena gana hubiera detenido el vehículo para anotar lo que la profesora iba diciendo, sino porque no llevaba un bolígrafo en ese momento. Y a continuación comentó, a raíz de un libro de Merton:

C. Iglesias: "Las cosas en la vida se deben hacer para uno mismo. Si después se obtiene un reconocimiento, pues muy bien, pero ahí radica la diferencia entre el éxito y la excelencia. El éxito es exógeno, está orientado hacia el exterior y la excelencia es endógena, está orientada hacia uno mismo. El éxito es cuantitativo, surge por el reconocimiento de tu tarea en los demás, pero la excelencia es cualitativa, se basa en uno mismo y las cosas se deben hacer bien para uno mismo, que después venga el éxito o no ya es otra cosa. Se deben hacer las cosas por excelencia."

Poco después llegué a al final de mi trayecto y me quedé reflexionando sobre lo que esta mujer había dicho, pues me pareció una de esas personas que sabe pensar y a las que podría estar escuchando durante horas.


P.D.: Pido disculpas a la profesora Carmen Iglesias por no ser capaz de reproducir sus palabras de la manera exacta y magnífica en las que ella las pronunció.

martes, 7 de abril de 2009

Magistral

¿Por qué pensar?
¿Quizás para alcanzar niveles de comprensión como éstos?
Para todos aquéllos que todavía dudan,
o andan errantes por los entresijos de la existencia.
Escuchad... sobran comentarios.

martes, 31 de marzo de 2009

¿Por qué pensar? I

"No sé por qué me dedico a esto. (...) Sin duda es una extraña manera de pasarse la vida: encerrado en una habitación con la pluma en la mano, hora tras hora, día tras día, año tras año, esforzándose por llenar unas cuartillas de palabras con objeto de dar vida a lo que no existe..."

Con estas palabras inició Paul Auster su discurso tras la recepción del Premio Príncipe de Asturias de las Letras, en 2006. Cuando menos, desde luego que es curioso, pasarse la vida pensando. ¿Qué ganamos, si es que se gana algo, con la reflexión? Para muchos frenar el ritmo frenético que nos impone la sociedad actual, para dedicar algunas horas al ejercicio del pensamiento, no es más que una pérdida de tiempo. Más vale dejarnos arrollar por los acontecimientos, que detenernos a pensarlos. ¿Qué utilidad nos puede proporcionar dedicarnos a indagar el sentido de nuestra existencia? La utilidad está en lo fáctico, es decir, en lo que se puede tocar y ver: en el dinero, en la comida, en el sexo, etc., lo demás parece no existir.
Mucho me temo que desde hace ya algún tiempo hemos descarrilado el significado "utilidad" del significante "utilidad", y ya no sabemos ni dónde nos encontramos. Y si no... pensemos en un supuesto: ¿quién es más útil: el poeta o el fontanero? Lamentablemente me conozco la respuesta, y con esto -que no se me entienda mal- no estoy menospreciando a nadie, pero a cada cual su lugar. No tildemos irreflexivamente al poeta de inútil, y pasemos a consumirnos en la hoguera de los absurdos.
Ante esta situación, solemos encontrar dos posturas tradicionalmente enfrentadas: 1) intentar vivir sin apenas pensar ó 2) intentar pensar el sentido de lo que vivimos. Desde siempre me he preguntando por qué muchos consideran el ejercicio del pensamiento como una ausencia de disfrute de la vida, quizás sea debido a que entienden que pensar es "perder el tiempo". Probablemente entienden que Hegel "perdió el tiempo" explicándonos el funcionamiento interno de lo real, que Miguel Ángel "perdió el tiempo" dándole forma pictórica a la creatio y que Bach "perdió el tiempo" descifrando el sentido de la existencia a través de las notas musicales. Todos estos genios no disfrutaron de su tiempo, sino que lo perdieron preguntándose por el sentido del mismo. ¡¿No resulta curioso?! Gozar del pensamiento y recorrer a través de la reflexión los estratos más profundos de lo real, es gozar de "aquello" que otros ni siquera saben que existe, y esa experiencia, cuando menos, bien vale una parte de nuestro tiempo. ¿O no?