
En 2006 al citado matemático, Grigori Perelman, ya le fue concedida la Medalla Fields por la resolución de dicho enigma. Este reconocimiento, equivalente al Nobel de las matemáticas, igualmente fue rechazado. Para mayor asombro ha de saberse que el genio ruso consiguió alcanzar esta resolución, sin mantener contacto alguno con el mundo académico oficial. El matemático apenas mantiene correspondencia con otros colegas, por lo que habría sido capaz de resolver el enigma de una manera solitaria y en un anonimato absoluto. La resolución matemática pudo ser conocida por todos, gracias a que Perelman publicó sus resultados en internet.
Al parecer, Perelman vive en un pequeño apartamento de San Petersburgo junto a su madre, donde ambos subsisten de la escueta pensión de viudedad de la señora y de lo poco que consigue ganar con algunas clases particulares. ¿Estaremos ante la figura de un auténtico sabio, preocupado únicamente por la verdad del conocimiento?
Una vez más nos hallamos ante una complicada y delicada frontera, que nos hace pensar en la ya manida pregunta: ¿Genialidad o locura?
“No necesito nada.”
Grigori Perelman